
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha confirmado lo que era un secreto a voces: "Los tipos de interés se van a mantener bajos durante bastante tiempo". Esta frase que evita poner fechas quiere decir que los tipos negativos se mantendrán durante años o, incluso, más allá de esta década (CaixaBank apuesta hasta 2031 con tipos negativos). Este mensaje llega ahora que el euro se aproxima peligrosamente a los 1,2 dólares, máximos desde abril de 2018.
El euro se ha apreciado más de un 12% contra el dólar desde los mínimos de marzo (comienzo de la pandemia en Europa). Este movimiento, en parte por debilidad del 'billete verde' y en parte por fortaleza del euro, hace más compleja la misión 'oficial' del Banco Central Europeo: llevar la inflación hasta la meta del 2%. El BCE, dentro de sus posibilidades, está intentando lanzar un mensaje 'dovish' al mercado para aplacar a un euro que se hace fuerte en medio de la desinflación y de una crisis económica histórica.

El euro ha tocado los 1,1990 dólares durante la jornada de este lunes, unos niveles que no se veían desde abril de 2018. Por un lado, la incertidumbre que ha sacudido a EEUU durante los últimos meses (Covid, elecciones, revueltas...) ha generado cierta debilidad en el dólar en su cruce contra el euro.
Pero por otro lado, como señala el índice sintético confeccionado por el BCE, que pondera el tipo de cambio del euro con otras divisas importantes, la moneda única se ha fortalecido en los últimos tiempos de forma intrínseca.
El entendimiento entre las grandes potencias de Europa para impulsar la economía con subvenciones y la predisposición para hacer todo lo que sea necesario del BCE borraron de un plumazo las especulaciones sobre una nueva crisis de deuda soberana al estilo de 2012. Paradójicamente, estos cambios positivos han empujado al euro pudiendo llegar a generar un problema para el BCE.
Un euro fuerte entorpece las exportaciones europeas. Los bienes y servicios fabricados en la zona euro se vuelven relativamente más caros para el resto de países que operan con otras divisas. A su vez, las importaciones bajan de precio (con un euro se pueden comprar más bienes y servicios denominados en otras divisas), lo que lastra aún más la inflación en la zona euro, que suma tres meses consecutivos en negativo.
El BCE reconoció en una de sus últimas reuniones que el tipo de cambio podía influir de forma notable en el objetivo de inflación, por lo que "vigilarían de cerca su evolución", aseguró Lagarde. Hoy, la presidenta ha utilizado la comunicación (la retórica del BCE) y el lenguaje en un intento por poner fin al rally del euro. Tras sus palabras, la divisa única se aleja de los máximos intradía, pero sigue subiendo alrededor de un 0,10% contra el dólares.
Como viene siendo habitual en cada comparecencia de la francesa se ha producido la llamada a la política fiscal (gasto público e impuestos de los gobiernos) para apoyar a la economía. "La política fiscal es de vital importancia cuando el sector de servicios se ve afectado. La coordinación de la política fiscal y monetaria ha sido de gran ayuda". Además, Lagarde ha insistido en que la política fiscal debe seguir apoyando a la economía para evitar una recaída y quiebras masivas en el tejido empresarial.
Por otro lado, Lagarde ha destacado que "durante las dos últimas crisis, los bancos actuaron como amplificadores del shock. Gracias a las buenas reformas que se habían hecho en los últimos años, los bancos no actuaron como amplificadores de esta crisis. En la crisis del covid-19, el crédito a la economía continuó".